viernes, 11 de agosto de 2017







El mayordomo Musgui preparaba cada mañana un té con dos cucharadas de azúcar para el señor Rotilio. Era frecuente que éste tardara en despertarse, pues su naturaleza insomne le obligaba a recuperar el sueño hasta el mediodía. El tintineo de una campanita hacía las veces de despertador y Musgui esperaba paciente a que Rotilio abriera lentamente los ojos y se incorporase para degustar el desayuno.

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